Eran dos tipos requete finos,
eran dos tipos medios chiflados,
eran dos tipos casi divinos,
eran dos tipos desvarataos.
Si se encontraban en una esquina,
o se encontraban en el café,
siempre se oía con voz muy fina
el saludito de Don José.
¡Hola Don Pepito!,
¡Hola Don José!.
¿Pasó usted ya por casa?,
por su casa yo pasé.
¿Vio usted a mi abuela?,
a su abuela yo la vi.
¡Adiós Don Pepito!,
¡adiós don José!
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